Preliminares
En los géneros de las curationes y las observationes, los médicos del Renacimiento conceden primacía a la experiencia y observación personal en su trato con los pacientes, aunque sin desechar las discusiones teóricas, el recurso a las fuentes antiguas y medievales o las polémicas con otros colegas. Las curationes y observationes constituyen trabajos de clínica práctica que vendrían a ser el origen y embrión de la medicina experimental moderna. En tal sentido, las Curationum medicinalium centuriae de Amato Lusitano (1511-1568) constituyen uno de los primeros ejemplos de esta novedosa e influyente literatura médica práctica del Renacimiento.
Amato Lusitano
El médico portugués Amato Lusitano, pseudónimo de Joâo Rodrigues, nació en Castelo Branco en una familia de judíos conversos. Estudió medicina en la Universidad de Salamanca (Doctor en 1530). En 1532 regresó a Portugal, donde ejerció como médico durante solo un año, pues en 1533, a tenor de los problemas que cada vez más acuciaban a los judíos conversos en Portugal y España, emigró a Amberes para trabajar en el negocio de las especias de su tío Henrique Pires. En Amberes siguió practicando la medicina y publicó su primera obra (Index Dioscoridis, 1536). En 1540, también por seguridad ante los frecuentes ataques a los judíos, se traslada a Ferrara, donde siguió en los negocios de su tío, practicó con gran éxito la medicina y la botánica y enseñó en la Facultad de Medicina de la Universidad local. En 1547 se traslada a Ancona, territorio papal, donde practicó la medicina con notable éxito entre gente encumbrada y donde escribió las dos primeras Centuriae (1551 y 1552) y unas Enarrationes o comentarios a la obra entera de Dioscórides (1553). En 1555 fue objeto de denuncias y persecuciones inquisitoriales que le obligaron a huir precipitadamente a Pésaro y otras zonas de Italia (con pérdida de su casa y sus pertenencias, incluidos unos comentarios a Avicena que desaparecieron para siempre), hasta que logró alcanzar en 1556 (año en que publicó las Centuriae tercera y cuarta) la república de Ragusa (actual Duvrovnik). En Ragusa permaneció tres años, pues en 1559 pasó definitivamente a suelo turco y se estableció en Salónica, donde vivía ya una importante comunidad judía portuguesa. Allí, posibemente ya como judío, siguió practicando la medicina y escribiendo sus casos clínicos (publicó las Centuriae quinta ―que había perdido al huir de Ancona, pero logró recuperar― y sexta en 1560 y la séptima y última en 1564), hasta que murió de peste en 1568.
Las Centuriae
Pese a la trascendencia de sus comentarios a Dioscórides, la obra más importante, divulgada e influyente de Amato Lusitano fue la titulada Curationum medicinalium centuriae. El texto completo se compone de siete volúmenes, editados entre 1551 y 1564. Cada volumen está formado por cien casos clínicos (exepto el primero, que por error contiene en realidad 101), variados en extensión y propósitos, aunque de disposición parecida: descripción del enfermo y su sintomatología, pronóstico, diagnóstico, curación y desenlace. A ello se añaden unos scholia en los que el autor trata del asunto desde un punto de vista más teórico, con recurrencia a las autoridades antiguas, medievales y coetáneas y discusiones teórico-prácticas. A ello deben añadirse asimismo referencias constantes a la práctica clínica de la época, cuestiones varias de realia, asuntos biográficos, históricos, políticos, sociales, religiosos, económicos, etc., que vienen a conformar un amplio mosaico de nutrida información sobre el propio autor y su época. La obra en su conjunto, como ha señalado sobre todo Gianna Pomata, se considera el primer y más importante ejemplo del género de las curationes y observationes renacentistas: no solo hace de la práctica clínica un sistema de adquisición y transmisión del conocimiento, sino que enfatiza el puesto desempeñado por el autor/médico como fuente de autoridad. Con todo, la más destacada aportación de las Centuriae quizá radique en la sabia conjunción de esa práctica con una teoría que la sustenta y de la que en todo momento se deriva.
Los 701 casos clínicos suelen ser en su mayoría exitosos y en ellos queda demostrada la pericia profesional del autor, en lo que cabe ver asimismo no poco afán de propaganda propia. La obra, además, adquiere desde el principio una marcada naturaleza didáctica: sirve para alumnos de medicina, pero sobre todo para guía de otros médicos prácticos que se enfrentan a casos semejantes, casi como libro de consulta o vademécum. Pero es también per se una muestra amplia de literatura latina renacentista, pues no solo hay narración clínica de estilo a menudo escueto, telegráfico casi, sin demasiada preocupación retórica, sino que se incluye una gran variedad de registros genéricos (testimonios epistolares, diálogos, ensayos, dubia o problemata) que hacen de ella, también desde el punto de vista formal, un texto variado y complejo.
El éxito de las Centuriae fue destacable, pues se siguieron editando en los siglos XVI y XVII, por separado o de forma conjunta, en numerosas ocasiones y en algunas imprentas importantes de Europa (Florencia, Venecia, Lión, Estrasburgo, Basilea). Como ha señalado Iolanda Ventura, “Amatus’s Centuriae soon became one of the most popular books of medical observations, and one of the most interesting sources of information concerning Renaissance practical medicine”.